Cuando realizamos un trabajo necesitamos energía, así de simple. Es un hecho, funcionamos mejor si mantenemos altos nuestros niveles de energía. Pero, ¿de dónde procede la energía que necesitamos? Entrar en terreno metabólico es complicado pero te puedo decir que la energía que gastamos para realizar nuestras actividades físicas y mentales proviene básicamente de nuestra alimentación, de la respiración y del descanso. Esto significa mantener una alimentación sana y equilibrada, descansar y dormir bien y el tiempo suficiente y respirar de vez en cuando aire fresco.
Aparentemente, estas tres condiciones parecen fáciles de cumplir pero a veces, por el ritmo de vida que llevamos, se nos puede pasar por alto alguna de ellas. Podemos resistir si momentáneamente comemos mal, dormimos poco o nos pasamos los días encerrados estudiando sin ver apenas la luz del sol y sin que nos dé la brisa en la cara. Créeme que si estas situaciones se mantienen en el tiempo entraremos en un agujero de estrés, ansiedad o incluso depresión, por no decir los numerosos problemas de salud que eso conlleva.
Distribución de nuestra energía
Este diagrama representa los tres grandes bloques donde distribuimos y gastamos el grueso de nuestra energía.
- A nivel físico, cuando hacemos crecer o mantener nuestro cuerpo.
- A nivel emocional cuando atendemos a nuestras relaciones con nuestro entorno.
- A nivel intelectual cuando desempeñamos nuestro trabajo mental.
Cualquier estímulo externo a nosotros que desequilibre los tres bloques del gran «queso» hará que aparezcan dos tipos de problemas a largo plazo:
- No tendremos energía suficiente para atender cualquiera de los demás bloques.
- Tengamos que invertir energía extra en el bloque desequilibrado para volverlo a equilibrar.
Imagina que tienes un problema emocional, totalmente normal pues todas las personas tenemos en algún momento de nuestra vida algún desengaño o caemos en la tristeza. La porción del gran queso que corresponde con el bloque emocional se verá incrementado porque estamos empleando gran parte de nuestra energía en resolver esos conflictos que nos preocupan, disminuyendo la energía en los otros dos bloques. Como ya te he dicho esto es normal durante un periodo corto, pero cuando la situación se alarga en el tiempo, podemos caer en un bucle de preocupación y tristeza.
Estrategias para solventar estos problemas
Liberar el problema de nuestra cabeza. Escribirlo en un papel intentando definirlo lo más detalladamente posible te hará ser consciente de cómo superarlo. Asegúrate que realmente es un problema importante y no algo pasajero.
Deja pasar un poco de tiempo, quizá se resuelva solo. Hay problemas que dejándolos macerar dejan de ser el foco de nuestra atención. Si pasa el tiempo, y la situación no cambia, vamos al siguiente paso.
Asume tu responsabilidad en cuando al problema. Toma posición ante él y si puedes resolverlo, hazlo. Si te cuesta un poco, míralo desde fuera y piensa que harías si ese mismo problema fuese de otra persona, ¿qué consejo le darías?
Piensa en todas las alternativas posibles, piensa en los pasos que vas a dar y sobre todo, decide. Pocas decisiones existen la vida que sean irreversibles. Y si tienes que equivocarte, aprende.
Finalmente, evalúa los resultados. Si han sido buenos, por qué lo han sido y si han sido malos, igual. Haya las causas para que no te vuelva a pasar lo mismo.